Visita de Ana-Maria a Oteiza
Según los Artículos 69 y 237 de las Constituciones, la Superiora general visita las comunidades del Vicariato durante su mandato. Según esto, Ana María ha estado entre nosotras del 22 de mayo al 8 de junio.
Ha sido para nosotras un tiempo intenso de profundización, de trabajo, de gozo. Es la primera visita que Ana María realiza a las comunidades contemplativas y juntas hemos ido caminando en un compartir profundo desde la vida real que “hoy” tenemos para vivir. Ana María, con ese talante de profundidad, sencillez, firmeza, transparencia, nos ha ido llevando más y más a lo esencial de nuestra vida; es decir, nos ha confirmado en la fuerza del seguimiento a Jesús, en la fuerza de la misión.
Hemos compartido con mucha libertad lo mejor de nosotras mismas, nuestros anhelos, nuestras fortalezas. Todo ha ayudado a dar cauce al Don recibido y a vivir con fidelidad en el realismo del día a día, con alegría y esperanza. Su presencia, su paso en nuestra comunidad y nuestra vida, nos ha dejado un poso de gozo profundo; ha sido un regalo y una gracia de Dios muy grandes.
Durante estos días, han coincidido además, celebraciones litúrgicas muy solemnes: Pentecostés, la Santísima Trinidad, El Cuerpo y la Sangre de Cristo. De todas ellas ha participado activamente nuestra hermana Ana María, como ha participado activamente en toda nuestra vida.
En este marco de celebraciones, coincidió, pues, el día de Familia que, a causa de la climatología, hemos trasladado del 3 de febrero, al domingo del Cuerpo y la Sangre de Cristo (Corpus Christi). Ecos del mismo, encontraremos en este boletín. Y, como también en él se expresa a través de una foto, en comunidad finalizamos el día con una merienda cena, que nos volvió a reunir en el gozo del compartir el día tan precioso que habíamos vivido.
En la comida festiva del día 8, despedíamos a Ana María con profundo agradecimiento. Desde nuestra vida, unidas en la misma misión, le seguimos acompañado en el servicio que Dios le ha encomendado.